Se dice (al menos escuché por ahí) que los viajes en transporte público son estimulantes del hemisferio derecho de nuestro cerebro. No sé qué lado se me estará estimulando, pero, en casi todos los viajes en colectivo me pongo en observador. Le miro la cara a todos los viajantes y me imagino el mambo de cada uno. Creo que eso es "normal".
Cuando el colectivo tiene todos los asientos llenos o casi todos, y hay como mucho 5/6 personas paradas (o sea, que mi campo visual es óptimo, dado que siempre me pongo parado al lado de la ventana que está en el medio) primero me pongo a pensar en "¿a cuál le doy?". En realidad, los miro a todos y como no hay ninguna mina dable ahí, entonces me hago la pregunta. Pero por qué me pregunto a cuál le doy si son todas o viejas, o fulleras o... (mejor no sigo, pero la cosa es que no me apetecen). Porque siempre, pero siempre deliro con que todas las personas del mundo van a desaparecer, y el planeta va a quedar vacío, sólo con las personas que viajan conmigo en el colectivo. Entonces me imagino el resto de mi vida con esa gente y hasta dónde puede llegar la condición humana de la necesidad sexual si me puede llevar o no a tener relaciones con alguna de las viajantes y con cuál.
Ahora, si hay alguna chica que me inspire, no pienso todo eso.
A vos querida y asidua lectora, de inspiraciones sexuales en medios de transporte público, es un error no compartirme tus más profundos pensamientos.
Post Scríptum: "Es como llegar a tu propia casa y que te hayan cambiado la cerradura. ¿Pensar que tengo pase libre y disfrutás de mi estadía es un error?"
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